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10 Principios humanistas para la convivencia bajo el valor de la paz. Por Miren De Tejada Lagonell

paz2.jpg         Bajo una concepción Humanista, el concepto de la paz esta relacionado con la satisfacción de diversas necesidades, las cuales conducen al ser humano a un estado de bienestar subjetivo que incluye la percepción de unas circunstancias de vida favorables para el desarrollo personal, familiar y colectivo; la búsqueda de la armonía y  equilibrio interior necesarios para promover el autodesarrollo: sentido de autonomía y de pertenencia a un grupo, expresión plena de la genitalidad y la emocionalidad, minimización de preocupaciones, disfrute de la recreación, consecución de condiciones laborales favorables, alcance de metas y proyectos, disponibilidad de oportunidades y opciones para elegir.

Bajo esa concepción humanista, el ser humano es visto como una totalidad integrada a un contexto, para lo cual vive en relación con otras personas, es consciente de sí mismo y de su existencia, tiene facultades para decidir y es un ente activo constructor de su propia vida; sus actos tienen una intencionalidad, a través de la cual estructura su propia personalidad (Maslow (1982,1989; Hernández, 1998). 

En ese contexto, se deben cubrir necesidades de diversos tipos: fisiológicas (hambre, sed, sueño, sexo), seguridad (estabilidad, protección, dependencia, orden, límites), amor (dar y recibir afecto, pertenencia), estima (autoestima, respeto, reconocimiento de los demás), cognitivas (aprender, conocer, comprender, buscar información), estéticas (crear, disfrutar la belleza), autorrealización (desarrollo de potencialidades, creatividad), igualmente se incluye la necesidad de libertad de expresión y de acción.

A continuación ofrecemos un conjunto de Principios que de ser compartidos, internalizados y puestos en práctica, pudieran contribuir a la restitución de las condiciones necesarias para el restablecimiento de un clima afectivo y social en los ámbitos individual, familiar o colectivo, para la convivencia en paz.

1.      Principio del reconocimiento del otro: Constituimos una red de personas interrelacionadas social, afectiva y comunicacionalmente y por ello requerimos de la presencia del otro para subsistir. Con base a esto, es indispensable que comprendamos que el otro, también está ahí con sus aciertos y desaciertos, sus acuerdos y desacuerdos, sus déficits y virtudes, sus bondades, maleficencias y sus propias verdades. Reconocer que está ahí, es necesario para pasar a una etapa regida por el valor de la aceptación. Reconocido y aceptado el otro como interlocutor válido, acompañado de un interés y una necesidad recíproca, podremos avanzar un paso para la convivencia.

2.      Principio de respeto por la diversidad de opiniones, pluralidad de ideas y diferencias individuales: Todos somos iguales y todos somos diferentes, de ahí que lo natural sea que exista diversidad de criterios, opiniones e ideas para interpretar la realidad que nos ha tocado compartir. El respeto como valor, faculta al ser humano para el reconocimiento, aprecio y valoración de las cualidades tanto de sí mismo como del otro. Implica marcar los límites de las posibilidades de hacer o no hacer de cada uno y la frontera donde comienzan o terminan las posibilidades de acción. Constituye una base para la convivencia en sociedad.

3.      Principio de tolerancia ante la ambigüedad y la incertidumbre. En un mundo cambiante como el que caracteriza el nuevo siglo, lo esperado es la variación continua y permanente. En la sociedad actual el cambio constituye la regla, mientras que la estabilidad es la excepción; para ello también debemos prepararnos, ya que genera sentimientos de inseguridad, inestabilidad, ambigüedad e incertidumbre. Cuando construimos una hipótesis respecto de nuestro futuro y estas no se cumplen tal como lo teníamos previsto, nuestra forma de interpretar la realidad, intuiciones, expectativas, deseos y clima emocional, se encuentran amenazados. La incertidumbre entendida como un conjunto de realidades que tienden a sacarnos de un relativo confort, bien sea porque no responden a nuestras rutinas organizativas o personales habituales, o porque implica la imposibilidad de predecir con absoluta certeza lo que vendrá, demanda para afrontarlo un cambio de actitud mental orientado por el valor de la tolerancia, para lo cual es necesaria la actitud crítica, reflexiva y constructiva sobre lo que acontece en el contexto.  La incertidumbre se gestiona con diálogo e interacción; se centra en el establecimiento de nuevas formas de relación y de vinculación, la cual debemos estar preparados para aceptar. Si queremos dar un nuevo paso hacia la convivencia en paz, el desafío es avanzar en el diálogo.

4.      Principio de la comunicación asertiva: la comunicación asertiva es el arte de expresar lo que pensamos y sentimos sin ofender y de negociar sin perder la esencia de nuestros valores e ideas fundamentales. Constituye la posibilidad de buscar puntos de encuentro. En este contexto se hace prioritario desarrollar y estrategias comunicativas orientadas hacia el conocimiento del otro, el diálogo permanente y la búsqueda de acuerdos que conduzcan a una convivencia en paz.

5.      Principio de expresión emocional: para el mantenimiento de un equilibrio emocional interior, es indispensable manifestar lo que se siente de manera clara y precisa a los otros; los gigantes del alma: rabia, miedo y tristeza necesariamente tienen que ser identificados y controlados asertivamente para una convivencia en paz.

6.      Principio de empatía: La empatía es la habilidad que permite consustanciarnos con el otro; conectarse con sus necesidades, interés y sentimientos, para ofrecerle nuestra compañía, confianza y apoyo (con palabras, gestos o acciones), en un momento particular, cuando este la solicite. La empatía implica “ponerse en los zapatos del otro” para comprenderlo a partir de ella y vislumbrar salidas ante una situación problemática que atañe a todos.

7.      Principio del cooperativismo: se hace indispensable que se generen acciones orientadas hacia un mismo fin, para lo cual es  necesario el trabajo en equipo. La solidaridad y el compromiso como principios éticos deben regir el comportamiento ciudadano para una convivencia en paz.

8.      Principio de  pensamiento critico, reflexivo y divergente para la resolución de conflicto. Es imperioso evitar el conformismo, la obediencia y la pasividad. Rehúye a la rigidez cognitiva y la incomprensión. Un pensamiento flexible es necesario para  comprender la pluralidad y complejidad de las ideas; mantener un espíritu critico y reflexivo ante lo que nos acucia, tener sentido del humor; estar abierto a la risa; alejarse de creencias inmóviles, adoptar una actitud democrática, pluralista y participativa en cada acto de la vida. Se hace indispensable incorporar conocimientos, desarrollar destrezas y actitudes que sirvan de base para la toma de decisiones y la participación desde una perspectiva caracterizada por el pluralismo cultural, la interconectividad y la cooperación mutua. Una mente flexible permitirá escuchar al otro sin atacar; controvertir argumentativamente y no emocional e irracionalmente. Con esto estaremos abriendo otro nuevo camino para la paz.

9.      Principio de clarificación de valores: la discriminación, la intolerancia, el etnocentrismo, la obediencia ciega, la indiferencia, la insolidaridad, el conformismo constituyen actitudes y anti valores que dificultan la convivencia en paz. En todo momento deben prevalecer los valores de justicia, equidad, cooperación mutua, la solidaridad, independencia para la toma del proceso de decisiones, etc. Por ello, es importante poner en práctica la tolerancia, la empatía, la humildad, el respeto por la diversidad y las diferencias. En las circunstancias actuales se constituyen en unos valores imprescindibles para la convivencia ciudadana. 

10.  Principio de responsabilidad individual: finalmente, la conformación de un contexto para la convivencia en paz, es tarea de todos. Con las actitudes, comportamientos, ejercicio de los valores de manera individual, se contribuyen a la generación de un ambiente favorable o no para la convivencia. Reconocerlo es tarea de todos.

Si se practican estos Principios con la convicción plena de que son importantes para el entendimiento, el terreno sobre el cual transitamos, será más fecundo para una coexistencia en paz guiada tanto por la ética, como por un conjunto de los valores compartidos.

La Paz tiene como atributos definitorios: la presencia de amor, de justicia, de equidad, sentimientos altruistas, equilibrio emocional, armonía interna y externa  y conciencia de tranquilidad.

En síntesis, bajo esta visión humanista se concibe la paz como la filosofía de vida que  conduce a un proceso interior de bienestar el cual permite relacionarse consigo mismo y con los otros, de manera armónica, para el fortalecimiento espiritual.

 

 

 

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